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NASRUDIN Y EL PSIQUIATRA
(demasiado antiguo para responder)
francmason
2010-08-24 23:41:15 UTC
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NASRUDIN Y EL PSIQUIATRA
Parece ser que un día el abuelo de todas las psicoterapias, Nasrudín,
estaba viajando por un país vecino con su fiel burro, y fue a ver el
psiquiatra jefe de aquel país y le dijo:
- Tengo un gran problema.
De manera que el psiquiatra se quitó sus gafas de psiquiatra y le
preguntó a Nasrudín:
- Bien, ¿cuál es el problema?
Nasrudín contestó:
- A veces cuando viajo tengo un dolor de fondo muy intenso. Así que
el
psiquiatra asintió:
-Ajá, sí, claro...
Hablaron durante media hora y el psiquiatra emitió su diagnóstico:
- Su problema es que usted odia a su madre. Váyase y vuelva mañana.
Nasrudín estaba bastante impresionado con lo que había dicho el
psiquiatra, y puesto que era una persona bastante simple, fue a ver a
su madre y dijo:
- Madre, me han dicho que el problema de mi dolor de fondo es que te
odio. Y su madre cogió un palo enorme y le arreó una paliza.
Nasrudín fue a ver a su mujer, y le contó su visita al doctor:
- Fui a un psiquiatra y me explicó que mi madre era el problema, que
esa era la razón de mi padecimiento. Después fui a ver a mi madre y
le
expliqué que ella era la causa de mi dolor de fondo porque la odiaba,
y ella me pegó.
Así que su mujer replicó:
- A veces tu madre tiene muy buenas ideas - y le pegó también.
Nasrudín volvió al psiquiatra al día siguiente y le contó la
historia.
El psiquiatra se puso muy contento y dijo:
- Ah, qué interesantísimo, no solamente tenemos aquí el problema de
dolor de fondo debido a que usted odia a su madre, sino que también
tiene usted complejo de persecución. Todo el mundo le pega. Vuelva
mañana.
De manera que Nasrudín fue a ver a su hija y le contó su problema:
- Cuando viajo con mi burro, tengo este dolor de fondo
extraordinariamente fuerte. Fui a ver a tu abuela y me pegó, fui a
ver
a tu madre y me pegó, y nada ha cambiado porque a veces tengo que
quedarme en casa a causa del dolor. ¿Vas a pegarme como el resto de
mujeres de la familia?
La hija pensó un momento y contestó:
- No, pero voy a darte un consejo. Anda detrás de tu burro y no
delante, porque cuando vas andando ensimismado, tu burro te muerde
los
fondillos
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francmason
2010-09-04 19:36:35 UTC
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Se abrió un proceso contra Mulla Nasrudin. El fiscal no podía probar
gran cosa.
Se le acusaba de poligamia, de tener muchas esposas. Todo el mundo lo
sabía,
pero nadie podía probarlo. El abogado le dijo a Nasrudin: «Quédate
callado, eso
es todo. Si dices una sola palabra te van a coger. Así que estate
callado y yo
me ocuparé de todo».
Mulla Nasrudin permaneció en silencio; hirviendo por dentro,
desazonado, y a
pesar de haber querido interrumpir muchas veces, se las arregló para,
de alguna
manera, controlarse a sí mismo. Por fuera parecía un buda, pero por
dentro
estaba como un loco furioso. No se pudo encontrar nada contra él. Aun
sabiendo
que este hombre tenía muchas mujeres en el pueblo, ¿qué podía hacer,
el juez sin
ninguna prueba? Así que tuvo que concederle la libertad.
Le dijo: «Mulla Nasrudin, eres libre. Puedes irte a casa». Mulla
Nasrudin se
quedó perplejo y dijo: «¡Qué!; ¿a qué casa, señoría?».

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francmason
2010-09-04 19:38:05 UTC
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NASRUDÍN VISITA LA INDIA

El célebre y contradictorio personaje sufí Mulla Nasrudín visitó
la India. Llegó a Calcuta y comenzó a pasear por una de sus
abigarradas calles. De repente vio a un hombre que estaba en
cuclillas
vendiendo lo que Nasrudín creyó que eran dulces, aunque en realidad
se trataba de chiles picantes. Nasrudín era muy goloso y compró una
gran cantidad de los supuestos dulces, dispuesto a darse un gran
atracón. Estaba muy contento, se sentó en un parque y comenzó a
comer chiles a dos carrillos. Nada más morder el primero de los
chiles
sintió fuego en el paladar. Eran tan picantes aquellos "dulces"
que se le puso roja la punta de la nariz y comenzó a soltar lágrimas
hasta los pies. No obstante, Nasrudín continuaba llevándose sin parar
los chiles a la boca.
Estornudaba, lloraba, hacía muecas de malestar, pero seguía devorando
los chiles. Asombrado, un paseante se aproximó a él y le dijo:
--Amigo, ¿no sabe que los chiles sólo se comen en pequeñas
cantidades?
Casi sin poder hablar, Nasrudín comento:
--Buen hombre, créeme, yo pensaba que estaba comprando dulces.
Pero Nasrudín seguía comiendo chiles. El paseante dijo:
--Bueno, está bien, pero ahora ya sabes que no son dulces. ¿Por
qué sigues comiéndolos?
Entre toses y sollozos, Nasrudín dijo:
--Ya que he invertido en ellos mi dinero, no los voy a tirar.


*El Maestro dice: No seas como Nasrudín. Toma lo mejor para tu
evolución interior y arroja lo innecesario o pernicioso, aunque hayas
invertido años en ello.

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francmason
2010-09-04 19:38:59 UTC
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Sin un manual incluido
En cierta ocasión el Mulla Nasrudín y su pequeño nieto compraron un
bonito rompecabezas infantil, de camino a casa Nasrudín presumía a su
nieto de ser un experto en armar rompecabezas – Llegando a casa,
pusieron manos a la obra, y luego de varias horas de duro empeño, van
con la esposa de Nasrudín y le muestran su rompecabezas terminado. –
Ambos, Nieto y Abuelo se miraban entre sí sonrientes, como muy
satisfechos de haber concluido la tarea de armar un rompecabezas –
Pero – ¿Qué es esto? Exclama la esposa del Gran Mulla, un
rompecabezas
contestan Nieto y Abuelo a la vez. Pero, si esto no concuerda con la
bonita imagen impresa en la caja – Argumenta la esposa de Nasrudín. Y
es que lo que habían armado ambos era digamos algo muy diferente a lo
deberían haber hecho, era algo que si bien podría estar en una
prestigiosa exposición de arte, pero a la vez no. Nasrudín y su Nieto
no habían seguido la línea propuesta por el fabricante de
rompecabezas, y le habían dado rienda suelta a su creatividad, habían
quitado piezas y agregado otras, colorearon unas otras y todas las
habían unido con un pegamento al marco del cuadro, y peor, no habían
respetado sus márgenes. A esto Nasrudín toma la caja que contenía el
rompecabezas y observa la imagen impresa ahí y la compara con su
rompecabezas, dando vueltas a la caja sigue examinado y concluye
diciendo: Bueno, como la caja no incluía el manual de cómo
debíamos haberlo armado.
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francmason
2010-09-04 19:39:26 UTC
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Las delicias de un extraño paraíso
Al pasar frente a una pastelería , el Mulla sintió muchas ganas de
comer algunos pastelillos. A pesar de que no tenía un solo centavo
en
el bolsillo, entró y se puso a comer. Al cabo de un momento, el
pastelero el presentó la cuenta, pero Nasrudin no le prestó la menor
atención. El pastelero al ver que no le pagaría, sacó entonces un
garrote y se puso a golpearlo sin parar. Ahora bien, al mismo tiempo
que recibía los garrotazos, el Mulla continuaba atracándose de dulces
pastelillos. Sonriente, comentó: ¡Qué bondadoso pastelero! ¡Cuán
amigables son en esta pastelería! ¡A golpes me obliga a seguir
comiendo sus pastelillos!
Nada desvía al Sufí de su objetivo, su objetivo está decidido, su
meta
es alcanzarlo. Si trasladamos esta historia al dominio iniciático
masónico, podemos decir que los pastelillos son un logro a alcanzar,
nuestro alimento esencial, y los golpes de la vida nos acercan cada
vez más a nuestra meta. Al igual que el Mulla Nasrudin, recibimos
golpe tras golpe, pero, en lugar de enfadarnos decidimos decir: ¡Cuán
Bella es la Vida cuando es difícil! ¡Me hace más fuerte! Dios opera
haciendo difícil las cosas para que lleguemos más rápidamente a Él.
Dios nos envía pruebas para seleccionar al más apto, y desechar a
todo
aquel que lo busca sólo por las complacencias de un paraíso, o por
el
temor a un castigo. Si cobramos conciencia de todo esto, los golpes
nos despiertan del letargo de las extrañas delicias de los
pastelillos, porque al final de cuentas no debemos identificarnos ni
con nuestros propios logros.
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